El pasado 8 de abril defendí mi tesis doctoral: "Nuevos métodos para la integración de distribuciones de campos de vectores".
Dejo aquí la sección de agradecimientos, traducida al castellano:
Al reflexionar sobre el camino que ha llevado a la realización de esta tesis, me viene a la mente una frase célebre atribuida a Isaac Newton: "Si he visto más lejos, ha sido subiéndome a hombros de gigantes". Sin embargo, a mi juicio, esta afirmación podría extenderse más exactamente para incluir no sólo a los gigantes: "Si he visto más lejos, es estando sobre los hombros de gigantes---y hormigas".
Me explico. Las contribuciones menos reconocidas, pero igualmente vitales, de numerosos individuos han sido la base sobre la que se ha construido el progreso académico. Estas hormigas, a menudo sin nombre ni reconocimiento, son similares a los innumerables matemáticos cuyas silenciosas pero esenciales contribuciones han allanado el camino para descubrimientos más importantes.
Podemos pensarlo con la analogía de la evaporación de un líquido, donde algunas moléculas emergen de la superficie debido al impulso proporcionado por otras. O como Neil Armstrong, que fue el primer humano en pisar la luna, pero nunca lo habría hecho sin el enorme equipo de ingenieros, matemáticos y preparadores físicos anónimos que tenía detrás.
No estoy insinuando que Gauss, Einstein o Terry Tao sean moléculas comunes, como el resto de nosotros. Pero también es cierto que, en mi opinión, sin los demás nunca habrían alcanzado las alturas que alcanzaron. Es más, es fácil ser Gauss y dedicarse a las matemáticas. Lo difícil es, en mi humilde opinión, dedicarte a esta tarea sabiendo que estás contribuyendo (infinitesimalmente) al desarrollo de la humanidad, pero nunca saldrás del anonimato. Es como ser aficionado del Cádiz: nunca ganarás una liga, pero disfrutas del viaje.
Estos agradecimientos pretenden servir de recordatorio de que los logros en la ciencia rara vez son esfuerzos individuales sino más bien una sinfonía colectiva de esfuerzos, incluso si al final, es "el individuo" quien tiene que dar el paso final. Y mi reconocimiento es un homenaje a todas esas hormigas que han ayudado a la humanidad a progresar.
Quiero sacar del anonimato, aunque sea sólo durante la breve burbuja temporal que dura mientras estas palabras están en la mente del lector, a quienes han influido directamente en el viaje matemático de esta hormiga que soy yo, ya que ellos han sido mis gigantes "locales". Quiero agradecer especialmente a Conchi Muriel y Adrián Ruiz, cuya orientación y apoyo han sido fundamentales. Pero también quiero nombrar a otros matemáticos como José Antonio Álvarez, Juan Luis Romero, Luis Giraldo, Antonio Aizpuru, Quico Benítez, Paola Morando, Artur Sergyeyev,... y maestros como Luis Fernández y Don Andrés Agüeras, cuyas enseñanzas y consejos han moldeado profundamente mi comprensión y apreciación de las matemáticas.
Tengo la esperanza de que esta tesis sea vista como el trabajo de una hormiga que contribuyó infinitesimalmente al futuro de las matemáticas y el conocimiento humano.